TRATAMIENTO DERMATOLÓGICO
Es una enfermedad inflamatoria de los folículos pilosebáceos que afecta, sobre todo, a la cara y mitad superior del tronco, lo padecen más del 90% de la población durante la pubertad, desapareciendo en la mayoría de los casos entre los 20 y 22 años. Los hombres la padecen con mayor severidad, pero es más frecuente en las mujeres. Sabemos que un 1% de hombres y un 5% de mujeres pueden continuar padeciendo Acné incluso a los 40 años.
La enfermedad tiene una gran importancia debido a su frecuencia y al grado de afectación psíquica en una edad ya de por sí difícil, pero además en muchos casos van a dejar secuelas cicatriciales de compleja solución, por lo que su control por el dermatólogo desde los primeros signos es aconsejable.
Existen varios factores que influyen en el tipo y la severidad del Acné siendo más frecuente en la raza caucásica que en la negra y amarilla, es más severo en los hombres y más duradero en la mujeres, aparece sobre todo entre los 14 y 19 años, aunque puede iniciarse a los 9 años y a veces después de los 20 años.
¿Cómo se manifiesta el Acné?
Localizado en la cara, y tronco, a veces también en los brazos, el Acné se presenta con unas lesiones iniciales que se denominan “Comedones” que pueden ser Comedones Abiertos o puntos negros y comedones cerrados o puntos blancos, estas lesiones son el origen del acné y sobre ellas se desarrollarán el resto de las lesiones.
Las más superficiales se denominan pápulas o pequeños abultamientos rojos que pueden evolucionar a pústulas donde en su superficie aparecerá un punto de pus blanco o amarillo.
Lesiones más profundas estarían constituidas por los Nódulos lesiones parecidas a las pápulas pero de mayor tamaño y profundidad, y los Quistes. Cuanto más profundas sean las lesiones activas de Acné más posibilidades de generar procesos cicatriciales que son las lesiones no activas o secuelas del Acné.
La higiene adecuada con jabones específicos dos veces al día, es un elemento a mantener durante toda la pubertad. Existen tratamientos de aplicación local en forma de geles, cremas, lociones, con sustancias que eliminan los comedones o destruyen las bacterias, o controlan la seborrea.
También disponemos de tratamientos por vía oral en forma de antibióticos o derivados de la vitamina A en muchas ocasiones combinando ambos. Es importante saber qué tipo de Acné tiene cada paciente pudiendo ser necesarias las correcciones hormonales, los cambios de cosméticos, la realización de peeling, y el manejo de las cicatrices con peeling, láser etc.
Las causas del Acné son múltiples, siendo las más importantes la secreción de las hormonas sexuales, mas concretamente los andrógenos, que inducirá un aumento de la secreción de sebo, también una alteración en la formación del epitelio del folículo que inducirá la formación de un tapón, ocasionando un ambiente perfecto para el crecimiento de la bacteria saprofita Propionibacterium Acnés. Esta parece ser la triada para el desarrollo del Acné.
En algunos casos predomina un factor específico denominándose al Acné con el apellido de dicho factor. Así, si existe una alteración hormonal por ejemplo amenorrea o ausencia de la menstruación, o exceso de formación de andrógenos por los ovarios o glándulas suprarrenales tendremos un Acné Androgenético u hormonal, si las lesiones predominantes son excoriaciones producidas por el propio paciente se llamará Acné Excoriado, si los cosméticos utilizados son muy grasos, o taponan los folículos pilosos se denominará Acné Cosmético etc.
Hay factores que pueden influenciar el acné: Factor hormonal androgénico que aumentará la formación de sebo.
La excesiva producción de sebo que hidrolizada por el Propionibacterium acnés producirá sustancias inflamatorias denominadas ácido grasos libres. El propio factor infeccioso del Propionibacterium acnés y también de bacterias saprofitas y comensales.
La dieta, al contrario de la creencia popular, no suele implicarse como un factor importante en el Acné, aunque es cierto que una muy pequeña parte de la población puede empeorar dentro de la primeras 24 horas después de tomar algún alimento concreto, siendo los más conocidos el chocolate, los picantes, los frutos secos, los embutidos.